Uno de los espacios de ocio más frecuentado por los bilbaínos, el parque de Artxanda, ha sido objeto de una renovación profunda.
La pista de patinaje, que había sido uno de los mayores atractivos del parque desde que se construyera a principios de siglo, se encontraba en un estado de deterioro y desuso preocupante. Con la instalación de una techumbre de madera sobre sus 1.000 metros cuadrados de extensión, el recinto recupera su valor y se convierte en un espacio polivalente que podrá alojar campeonatos deportivos, eventos culturales, ferias o exposiciones con independencia de las condiciones meteorológicas. La nueva cubierta está rematada por una claraboya de metacrilato traslúcido que permite aprovechar al máximo la luz solar. También se ha construido un camino de acceso a la pista acondicionado para el tráfico rodado.
La proximidad del funicular de Artxanda asegura una accesibilidad máxima a la pista.
Para resolver la cubierta, se contaba con los siguientes condicionantes. En primer lugar la planta elíptica requería una estructura adaptable a dicha forma. Por otro lado era necesario aumentar la protección de la zona sur, la más azotada por los vientos y la lluvia, y además todo ello se quería resolver sacrificando al mínimo la iluminación natural de la pista.
Por todo ello se diseño una estructura de madera laminada encolada, capaz de adaptarse a la geometría variable en planta, y de adoptar con enorme facilidad la curvatura necesaria para resguardar a los usuarios de la pista. Además el gran lucernario central asegura la entrada de luz natural.
El espacio interior sigue manteniendo la diafanidad inicial, adaptándose los pilares de madera perfectamente al entorno y resultando amigables para los patinadores.
Su ubicación exacta, así como unas magníficas vistas de Bilbao, se pueden visualizar aquí:
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